domingo, 5 de agosto de 2012

ATARDECER EN TOLEDO

Recuerdo al presidente de los Estados Unidos Clinton, en su visita a España, que observó desde el mirador del Albaicín, la puesta de sol de Granada, contemplando al fondo la Alhambra. Bonito espectáculo. Pues no es menos una puesta de sol en Toledo y el lugar idóneo para extasiarse es la terraza de la cafetería del único Cámping que queda en la ciudad, el del Greco, más conocido en Toledo como el Cámping del Ángel, porque formaba parte del idílico Cigarral del Santo Ángel Custodio que fue de la poetisa Fina de Calderón y que está aledaño al citado cigarral.
La imagen que vamos a ver es la que se muestra en la foto, pero el tono del atardecer no tiene que ver con lo que vemos.
Lo primero a tener en cuenta es que hay que ir en una época en que nos podamos sentar en la terraza que está orientada este oeste, de modo que da la sombra donde nos sentamos. Si vamos en verano debemos tener cuidado de no ponernos pegados a la pared, porque produce mucho calor, estaríamos debajo del porche que quita el poco aire que pueda correr. Hay que buscar una mesa que no impida ver el perfil de la ciudad completo, porque hay unas farolitas sobre el murete que podrían obligarnos a mirar evitándolas y es muy molesto. La terraza es de cafetería y restaurante, puedes tomarte una cerveza o puedes quedarte a cenar. El restaurante ni es caro (ni barato) ni es de calidad, aunque lo que hacen lo hacen bien, sobre todo una tortilla de patata de primera. También huevos rotos con morcilla, chipirones encebollados, carnes normalitas, y raciones varias como en cualquier bar.
Nos acomodamos como una media hora antes del atardecer y vamos a contemplar cómo Toledo se va encendiendo hasta parecer que se esta incendiando, van cambiando los tonos de dorado a rojizo, más o menos rojizo en función de la época del año. Llega un momento culmen en que se producen reflejos en algunas ventanas y da al impresión que la ciudad va a salir ardiendo y repentinamente se vuelve todo gris.
Mientras tanto, vemos cómo las aves del rio, que está próximo y que podemos oir su rumor, van buscando acomodo y vemos pasar bandadas camino del este (en verano) que en realidad no se dónde van a parar, pues no parece que les de tiempo a llegar a las lagunas más cercanas. También puede verse el veloz aleteo de los patos volando muy bajo, cigüeñas, cormoranes, las famosas gaviotas del Tajo y otra cantidad de aves que no reconozco.
Puede parecer que ha finiquitado el espectáculo con los tonos grises y pardos. Nada más lejos, hay que tener paciencia y esperar que Toledo, que ha apagado su luz natural, vuelva a encenderse con su luz artificial y artística, hasta convertirse en una ciudad que cada vez más me recuerda a un belén de esos que ponemos en nuestra casa, o mejor, de los que ponen en las exposiciones donde hay un molino que da vueltas y una llamita que parpadea. Las luces van cogiendo tono y es el momento para irse con el coche a dar una vuelta por la ronda del valle y ver la ciudad desde sus miradores. Espléndido.

Hay otra opción, más arriesgada que es irse a los miradores de la ronda del valle a ver iniciarse la iluminación de los monumentos, para lo que debe ser fiesta o víspera de tal. Se encienden las luces débilmente y va haciendo sombras. La iluminación va aumentando y va cambiando de tonos verdosos hasta que llega a su máximo y se descubre todo el velo de la fachada y las distintas intensidades de luz, que con la iluminación artística actual, diferencia bastante las distintas partes del cuerpo. Hay a quién le gusta y a quién le parece cursi y recargado. Ve tú y opina y sobre todo lleva a tu pareja y disfruta.

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