Película estadounidense dirigida por Darren Aronosky en 2000, en la que dos amigos y la madre de uno de ellos, tienen un sueño que cumplir. Ellos desean un golpe de suerte en sus trapicheos con la droga que les permita salir del menudeo y manejar a mayor escala e incluso dedicarse a sus negocios, y la madre, en lucha constante con el sobrepeso, pretende salir en su concurso de televisión preferido al que ha sido invitada y la asistencia al programa no termina de concretarse. Ambos, harán lo necesario por conseguir sus sueños, sobre todo tirar por el camino más corto o más fácil: craso error.
El papel de la madre lo protagoniza Ellen Burstyn, nominada por esta cinta a los Globo de Oro y al Oscar a la mejor Actriz, aunque en este caso superada por Julia Roberts. Ellen borda el papel y te hace sentir una angustia temenda. No resulta empático el personaje, te hace sufrir y odiarlo y sin embargo no es lástima lo que produce, sino hastío.
No es otra película sobre drogas, es un filme que rerata el drama de las típicas mujeres americanas divorciadas e ignorantes, que dejaron pasar su vida pensando en su estética y cómo su vida se va a pique cuando su belleza se esfuma; y la desdicha de la vida de los hijos de estas, que ven el camino más fácil en las drogas, en su consumo y en el tráfico.
Es una película dura, con un ritmo como de martillo pilón, repetitivo y agresivo, aderezado con una banda sonora que facilita la emoción en un crescendo hasta que finiquita la peli y te das cuenta que no es para tanto y que la música nos ha engañado un poco. Por otra parte es de lo que se trata.
Una vez más la obra nos muestra que las drogas llevan a sitios peculiares, al psiqiátrico, a la cárcel, al hospital, a la prostitución y al cementerio. Y lo enseña de una manera muy explícita. El final, trepidante, con la banda sonosra martilleando y los flases de las imágenes taladrando las pupilas es tremendo. El final lo esperas con ganas y desesperado te quedas pensando... ¡que les den por culo!
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