domingo, 21 de diciembre de 2014

RESTAURANTE HIERBABUENA, TOLEDO

Este año los compañeros de trabajo decidimos o más bien decidió el líder del grupo, que no íbamos a esperar a quedarnos sin restaurante para la ya tradicional cena de compañeros de navidad y reservamos en el mes de julio en el Restaurante Hierbabuena, un clásico ya en Toledo que vino con vitola de comida francesa, con mucha salsa y cosas novedosas por estos parajes del estofado, el asado y el chuletón y que tuvo su sede más estable en San José.
Hoy Hierbabuena se ha modernizado y trasladado a un local emblemático como es el que fue el antiguo Restaurante Emperador en la circunvalación o "dando la vuelta al valle" empezando por el Puente de San Martín, y que ya sólo se parece a lo que era en la fachada y el comedor primitivo, pues el excelente salón acristalado desde donde puede verse de día parte del casco histórico y el valle era anteriormente una terraza al aire libre donde era una maravilla cenar.
Comedor principal con vistas

Este que veis es el comedor principal, pero tiene otro cubierto que es el de toda la vida y que debe ser menos solicitado. Pues bien, es verdaderamente bonito y tiene suficiente espacio para que los camareros evolucionen sin molestar y sin cruzar por encima de los clientes, en realidad pueden meter y sacar los platos como debe ser y así lo hace el personal que es atento y profesional. Sentado a la mesa se está a gusto y sin apreturas.
Las mesas están perfectamente vestidas, copas, vasos, cubiertos, porcelana, sin excesos de material y sin que se note la ausencia de muletón, que no tenía y no se le echaba en falta.
Al pasar por las proximidad de la cocina escuché una voz muy tradicional, "empieza la mesa cuatro" lo que indica que se trabaja al método profesional de verdad.
Este local cuenta con una cafetería y gastrobar muy bonito justo debajo del comedor, acogedor y decorado muy bien al estilo clásico y oscurito, con luces tenues, con buenas vistas y con unas escaleras que invita a bajar al valle, pero eso será en verano. 
Una vez colocados todo empezó a surgir con agilidad y prontitud, llegando los platos a la vez, bien de temperatura y muy bien cocinados, todo limpio y ordenado. Se levantó la mesa en perfecto orden todas las veces y sin darnos cuenta estábamos en los postres haciendo comentarios de los platos que en general gustaron.
Los peros fueron que a uno de los comensales no le gustó la croqueta de mejillones, algo salada y le pusieron algo de jamón que parecía que estaba más tieso que la pata de Perico y encima se lo colocaron a una señora que flipaba en colores hasta que se deshizo el entuerto; el vino era Mano a Mano de Alhambra, Ciudad Real, un tempranillo joven roble (seis meses en barrica) que resultaba sabroso pero algo astringente y la cosa es que era de 2011, señores es dos años más antiguo de lo que debiera, ¿pedisteis mucho y se os quedó ahí? o dijisteis "a estos que tienen cara de tontos" Es lo que tiene racanear el precio, que al final te la meten por otro lado, aunque por 50 euracos podían haber quedado bien, que barato no era.
Por otro lado, al poner la ensalada no trajeron cubierto de servir hasta que no lo pedimos, ¿pensaban que íbamos a meter el tenedor todos ahí?
El menú fue el siguiente:
Aperitivos
Cucharita de vinagreta, croquetita de jamón y otra de queso con hierbas (esta no gustó) pero al tomar el vino producía unos sabores espectaculares.
Entrantes 
Croquetón de mejillones tigre. Hay quien dijo que saladito; crep de puerros y gambas (aplauso general), muy fino y sabroso; ensalada de rulo de cabra caramelizado; rollito de calabacín con picadillo de ciervo y verduritas, muy bueno pero salado. Si a la carne de ciervo, potente ya de por si le ponemos sal de más está sabroso, pero te acuerdas al cabo de un momento del saleroso.
Los platos principales fueron Rodaballo al horno en salsa romescu, bien hecho y de gran calidad el pez. Pusieron dos rodajas no muy gruesas pero que resultó suficiente; o solomillo de ternera con fua de pato a la salsa de vino tinto. Lo probé, muy rico y los medallones de tamaño muy hermosos. Hay quien dijo que quería una alternativa y le ofrecieron presa ibérica, y dijo que estaba bueno pero parece que le dejó algo indiferente. 
  
Postres
El postre, esto que veis en la foto (perdón pero el móvil no da para más) tuvo su aquél porque traía tres testuras y tres sabores y debías decidir qué tomar primero: fue rollito de chocolate, tarrina de crema de turrón y sorbete de lima y así es como se comió generalmente. Gustó bastante.
Café y copa de calidad y cantidad. Yo me tomé un güisqui y calentito que estaba yo noté aromas de madera y ahumados y me gustó, era abundante, pedí Jonny Walker y debía de serlo.
En la mesa de al lado había cinco chicas con las que tímidamente nos comunicamos y los camareros muy simpáticos ellos las hicieron una gracia trayendo una cúpula para ahumar in situ algunos platos como por ejemplo un taco de atún. Por el aroma a picón que dejó el invento promete y ganas dan de volver a probarlo, ¡a ver si alguien me invita! porque sino me voy a quedar con las ganas o lío lo mismo para el año que viene y lo meto en el menú.
¡Saludos!

martes, 4 de noviembre de 2014

UNA VISTA DISTINTA DE TOLEDO: VEREDA ECOLÓGICA

Como en todas las ciudades, existe en Toledo paseos que conocemos los del lugar y algunos otros, visitantes que se informan y entretienen algo más tiempo que el necesario para la visita típica de los monumentos. en este caso me refiero a la Vereda Ecológica, que comienza en no se donde y termina en el quinto pino o un poco más allá, en La Puebla de Montalbán creo, aunque no se si alguien se ha entretenido en comprobarlo.
No pensaba hacer el reportaje, pero en un momento dado he sacado mi maravilloso teléfono Nokia C2-01 (o algo así), es decir lo más simple del mundo, pero que oye, no hace malas fotos y sirve para el caso, y me lié a hacer fotos y esto es lo que salió. Lo siento por algunas fotos, porque tuve que tirar de zoom y eso ya es demasiado para la camarita, como la foto de los cormoranes sobre el muro.
La ruta comienza junto al imponente Puente de Alcántara, de origen romano y reconstruido posteriormente en época árabe y cristiana. Aún no me había decidido a hacer fotos, de modo que el que quiera verlo que tire de red. Es curioso, a 100 metros existe un puente de obras públicas y hace 40 años vi pasar sobre él una columna de carros de combate, ¡no se atrevieron a pasar por el nuevo!
Al entrar en la cornisa donde empieza el reportaje me animé y zas, aquí tenéis la primera foto. Desde ahí pueden verse distintas clases de aves acuáticas, patos, cormoranes y garzas, ah y un gato. Hay una higuera, que produce un penetrante aroma.
Un poco antes, entre ambos puentes estaba el Artificio de Juanelo del que no queda sino el sitio. Fue un relojero italiano que vino a la corte de Carlos V a construir una máquina con un sistema de cazos para subir agua a la ciudad, eterno problema. Lo consiguió y nunca le pagaron y pasó la vida pleiteando y manteniéndolo a su costa. Quien quiera saber más ya sabe. Lo recomiendo. 


Una bonita casa sobre las aguas del río, donde parece que vivió un tal Navarro, de oficio orfebre que realizó la corona de Isabel II. Actualmente es una Escuela Taller de restauración.


La Barca de Pasaje. Funciona, pero no se cuándo. Seguro el día de la romería de la Virgen del Valle. Yo he pasado en esa barca y de niño pasé en una barca de remos y no veas el miedo. La verdad es que nunca he sido de río. Al fondo la casa del barquero. ¿Cómo llega a la barca? tirando de polea a través del cable.



El Embarcadero tradicional, con sus patos.


Una de las turbinas del Tajo (con dedo, me cachis). Siempre me ha dado mucho miedo. ¡He visto a gente pasar andando! Desde chico me he preguntado qué pasaría si el tío se cae, que seguro que alguien se ha caído porque el agua trae mucha fuerza.


Bueno, esta foto es en la que he tenido que usar el zoom y hay que imaginársela un poco. Es una de las varias ruinas de antiguos molinos que hay esparcidos por el río alrededor de la ciudad. Ahora es refugio de los cormoranes que se colocan ahí a tomar el sol para secarse.


La Roca Tarpeya, bautizada así por el escultor palentino Vitorio Macho, cuya casa museo puede verse en lo alto. Este llamó así este paraje por la roca desde donde los romanos despeñaban a los enemigos exhibidos en los Triunfos de sus legiones.


Dos de los Cigarrales mejor ubicados. Impresionante. Los Cigarrales son casas de recreo de la gente pudiente desde que a Toledo le salieron los dientes. Je je. Tienen que tener una parcela superior a  unos 12 mil metros, es decir que no pueden dividir por debajo de esa cantidad. Yo he estado en varios, uno de los cuales tenía 60 mil. Pero no creáis, mantener eso por aquello del IBI es imposible para un sueldo y hay familias que lo heredan y no pueden sostenerlo.


Y aparece la imponente silueta del Puente de San Martín, junto a otro de esos molinos, aunque moderno y en mejor estado.


El puente y otro de esos saltos de agua terroríficos.


La entrada a la ciudad por el puente.


Impresionante.


¡Qué belleza!
Aquí está el paraje Baño de la Cava. Dice la tradición que esta Cava era la hija del Conde don Julián, gobernador de Ceuta y que la chica se bañaba aquí y que al verla el rey don Rodrigo algo hizo que enfadó al Conde y este debió de enfadarse mucho porque pactó con los moros y lió la que ya sabéis.


Por aquí podríamos irnos rodeando la muralla. Ahí asoma la espadaña de San Juan de los Reyes, donde habían previsto los Reyes Católicos enterrarse, pero ya veis. Ah, los cipreses, emblemático árbol en Toledo.


Y Por fin llegamos a la Fábrica de Armas, actual Campus Universitario. Esto es un detalle de uno de sus edificios relacionado con el uso de la fuerza del río para mover sus tremendas máquinas. Una puerta neomudéjar con arco de herradura encuadrado en un alfiz.


El interior del Campus, donde aún quedan edificios por reutilizar. Los alumnos estarían en clase ¿no?


Una de las impresionantes compuertas de la fábrica, para dejar pasar el río.


Otra, con el río pasando. ¡Qué ruido hace!


Hay mucha gente que dice que por aquí no pasa. No me extraña, impresiona, huele y suena. 


Enfrente de la fábrica estaban los polvorines, de los que aún queda algún edificio. Los rondines pasaban al otro lado a llevar la mercancía y a vigilar. Yo, durante la mili me chupé ahí unas cuantas guardias, pero entonces la pasarela no funcionaba y pasaban el río en barca.


Esto es una torre de electricidad.


Bueno, pues esto es un edificio que no se lo que es, pero creo que tiene que ver con agua. Está dentro de la fábrica, ya sabéis el Campus. Creo que tenía que ver con seguridad, con incendios y debe ser un depósito de agua. Ahora una escultora de Donosti, Cristina Iglesias ha hecho ahí una instalación con agua, algo así como que subes y desde el interior ves el fondo. También ha hecho una lámina de agua frente al Ayuntamiento y otra cosa en un convento, muy bonito, sobre todo la pasta que se habrá llevado.




Esto es lo que hay en el interior de la torre.


La parte superior tiene tres piscinas de hierro forjado y está rodeada por una pasarela y una escalera por donde se baja a ras del suelo por su interior.


Esta es la lámina de agua a ras de suelo que Cristina Iglesias ha realizado y que en el momento de la foto se estaba llenando y sugiere las avenidas del río y lo que se ve sería su lecho.

miércoles, 15 de octubre de 2014

RESTAURANTE CASA JOSÉ, ARANJUEZ

Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza probar uno de esos restaurantes que proponen una cocina moderna con platos minimalistas, cocina fusión, de investigación o como lo quieras llamar y en mi entorno siempre estaba este restaurante de Aranjuez, Casa José, Abastos 32. 
A la cabeza de los fogones se encuentra el maestro Fernando del Cerro, que ha conseguido para el restaurante una estrella de la Guía Michelín y no sólo conseguirla, sino mantenerla durante años, desde 1991 hasta hoy, quien hace una oferta gastronómica con productos de temporada y con el protagonismo claro de las verduras y hortalizas de la vega de Aranjuez.


Da gusto ir al restaurante porque todo funciona a la perfección desde el primer momento. Una vez hecha la reserva, te presentas en el local y te recibe el omnipresente Metre y Sumiller Armando, que está en todas partes atento a todo y que te dirige sin más preámbulos a la sala y te acomoda en tu mesa. Este Armando es todo un personaje, saluda a uno, besa a otra, pasa la mano por el lomo al de más allá y hace que te sientas confiado.
La sala tiene seis mesas redondas como para cinco comensales y hay otra como para unos doce, vamos que siendo trece podía haberse  celebrado la Última Cena y todo. La mesa perfectamente vestida con manteles hasta el suelo, muletón, cubremanteles y de todo; la porcelana de primera, así como una excelente cubertería siempre igual excepto los de presentación que son monísimos, ganas dan de metértelos en el bolsillo de la americana. La cristalería lo mismo.
El personal se compone del ya dicho Armando, el Jefe de Sala que es un crac que te explica el menú y hace su función a la perfección, el ayudante algo torpe, un larguirucho deslabazado y la comin o aprendiz que está en lo suyo, aprendiendo y atenta, sin dar muestras de dudas ni de saber de más.
Y comienza el espectáculo, porque desde el mismo momento que te sientas ya no paras. El Metre nos tomó la comanda que era o menú degustación de verduras de temporada, (hace poco tiempo quitaron el menú degustación clásico por eso, por la temporada), o carta con unos precios astronómicos. De modo que elegimos dos menús degustación y al tercer comensal, que no quería pagar un pastón por unos platos que quizá no le iban a gustar por aquello de las verduras, le ofreció hacerle un menú especial, "ya verás, te va a gustar".
El asunto del menú degustación es que te presentan un  plato con un nombre muy largo y un contenido muy corto, vamos dos bocados. Te cuentan la elaboración y la cosa es sobre todo la confección y el acompañamiento, de modo que más vale que lo mezcles bien. Al primer bocado te quedas igual, porque no tiene nada de grasa que potencie los sabores y que te sacie y al segundo bocado te imaginas que aquello sabe a esto o lo otro. Luego vienen las proteínas con su poquito de grasa, la carne que nos presentó el camarero con una bandeja con un montón de cenizas de sarmiento dentro de lo cual estaba el lomito de buey y que fueron cinco lonchitas y unas pinzas sanitarias para pillarlo (horroroso lo de las pinzas);  y el pescado y cuando parece que aquello se anima, se acabó. ¡Pero vamos, que son quince platos! Todo ello regado con tinto crianza de la Ribera del Duero, correcto.
Quien de verdad triunfó fue el tercer comensal, le pusieron sopa de tomate con helado de queso, langostinos (cinco) en tempura con setas, foie con boletus, salmón (cinco lonchitas) marinado al nosequé y un solomillo con una salsa española y verduritas ¡espectacular!
Convidaron a gintonic, mucho hielo, poco gin y tonic con una peladura de limón. Muy bueno. Y la factura, sin sorpresas, lo cual me encanta: 68 los menús, 45 el menú alternativo y 17 el vino, más 10 % del puto IVA de los cojones que me cago en todos sus muertos. Pero eso ya lo sabías. No hay cosas raras como cubierto, pan, servicio, descorche o su puta calavera.
Ahora la cosa es si te interesa o prefieres un solomillo a 24 euros o un corderazo al mismo precio. Que os aproveche.

martes, 26 de agosto de 2014

VUELTA DE VACACIONES

¡Qué agusto estoy! es final de agosto y estoy de vacaciones. Las paso en casa. Es curioso, hemos superado tantos tópicos, pero sin embargo lo de vacaciones sin viaje aún queda por superar.
La ciudad está vacía, no tanto como para que las actividades municipales queden desoladas, sino para llegar y encontrar sitio sin problema, hacer la compra con tranquilidad y no tener que hacer fila para pagar, llegar a una terraza y encontrar una mesa que te está esperando. Son las doce del mediodía, miras calle arriba y abajo y oteas el cruce y ves personas tranquilas que van y vienen, funcionarios que se toman su tiempo y comercios cerrados.
Sin embargo algo me ha inquietado, he visto a una persona bronceada que hablaba de sus vacaciones y buscando en mi interior he descubierto el motivo: temo la vuelta de las vacaciones.
Un día de estos, podría saber cuándo pero me niego a indagar, saldré a la calle y me encontraré "la intemerata", un gentío de personas bronceadas hablando a voz en grito de sus vacaciones, gente que aún se viste de veraneante en un vano intento de estirar la felicidad que ya se extingue, gente que inunda los centros comerciales y los supermercados donde se lanzan a por las mercaderías como si fuera a comenzar la guerra de Irak, gente que invade mis terrazas y me quita impunemente la mesa que estaba casi a mi nombre, gente que cuenta lo diver que se lo ha pasado, gente que toma las calles y niños que alborotan lo indecible, niños que un buen día van al cole en una hilera interminable con mochilitas de colores que les dará dolor de espalda y madres pistonudas vestidas super, pero que el siguiente viernes llevarán al nene en un  sospechoso pantalón negro que podría pasar por pijama. Veremos en los noticiarios a periodistas que acercan una alcachofa a un nene y le preguntarán si está contento con la vuelta al cole y el niño callará y el periodista le dirá "si ¿verdad?" y el niño contestará "siiiii" y le preguntará que por qué y el niño callará y le dirá "¿porque vas a volver a ver a tus amiguitos?" y contestará el nene "siiii", luego hará  las mismas preguntas a una niña remilgada y a un  niño con alambres en los dientes y gafitas y darán de carrerilla la respuesta correcta y yo los odiaré y odiaré al puto periodista que ya no recuerda, con lo joven que es cuando una vieja con una verruga y un pelo en la punta le preguntaba esas cosas y las contestaba ella misma y luego te cogía por los mofletes y te daba un beso con la puta verruga pinchándote en la nariz.
¡Bah!, allá ellos con sus vacaciones, su hipocresia, su bronceado, su depresión posvacacional, sus divorcios posvacacionales, sus historias pistonudas y sus diarreas vacacionales cuando les sentaron mal las gambas y les engañaron en la agencia. 
Desearía que todo siguiera igual, que el sol no declinara, que la ciudad quedara aletargada por siempre, que en Urgencias no haya ni el Tato y encontrarme esa tienda cerrada. Que siguieran de vacaciones siempre.

domingo, 20 de julio de 2014

MERCADO DE SAN AGUSTÍN EN TOLEDO

Se ha inaugurado en Toledo un nuevo espacio para la restauración y el ocio, el llamado Mercado de San Agustín, que de su nombre tiene el nombre de la plaza donde está situado, plaza de San Agustín, muy próximo a la centrísima plaza de Zocodover y de mercado tiene la pretensión de lo que quiere ser y de lo que quiere parecer, que no es otra propuesta que la de los madrileños mercados de San Miguel y del más parecido de San Antón en el barrio de Chueca, pues tiene el mismo carácter de construcción urbana en distintas plantas y con terraza al final, en todo lo alto.



Este espacio hace una apuesta arriesgada por su concepto novedoso en las formas, pues aunque puedes elegir un “puesto” donde hacer tus consumiciones, también puedes elegir distintos lugares donde comprar y un lugar donde consumir lo adquirido, que es más bien de lo que se trata, lo que requiere de una estrategia previa, pues puedes comprar unos mejillones al vapor y quedarte con ellas en la mano hasta encontrar donde consumirlo. De modo que recomiendo elegir primero qué y dónde y hacer un despliegue entre todos los amigos, uno busca sitio, otro  encuentra donde dejar los restos de las consumiciones anteriores, otro va a comprar la consumición sólida y otro u otros van a por las líquidas. Pero ojo, ¿Dónde pillas las servilletas?, porque cuando te hacen falta no las tienes y entonces vas al lugar más cercano a pedirlas donde sin embargo no has consumido nada y te da un poco de nosequé.



El edificio que nunca ha sido mercado, ha sufrido una extraordinaria restauración y ha quedado en distintas alturas desde el nivel de la calle, con un sótano espléndido con varios aljibes, en uno de los cuales se ha creado la cueva de “La Quesería” y varias plantas más que da lugar a un juego de luces y claroscuros muy interesantes, aunque predominan más estos que aquellos. Hay un precioso jardín vertical al que deseo suerte de verdad y unos mosaicos en las paredes de las escaleras con baldosines originales de los pisos antiguos, así como formas con listones de madera que le da un aspecto modernizante. La pequeña terraza, donde hay un espacio chil out ¿se escribe así?, nos permite unas nuevas vistas antes no accesibles para la comunidad.
La cuestión de todo esto es si va a calar en Toledo un concepto distinto de afrontar la restauración, teniendo que decidir cuestiones que en los locales tradicionales se te facilita por su sencillez, -“ponga una de bravas”, “se manterminao oiga”, “pues una de oreja”, “acaba de terminarse la bombona, van a ser veinte minutos”, “¿pues qué hay que si haiga?”, “zarajos y gambas”, “pues a mi los zarajos no me gustan”, “pues entonces las gambas”, “vale, pero al ajillo, que la plancha ya le digo que no tiene gas”-…



Recuerdo al famoso Iñaki, que abrió el Gure Ametza, creo que se llamaba, en un lateral de la Av. De Europa y que luego se fue a lo que era el Restaurante Los Pinos de toda la vida de Dios y que hoy es el Malpica, que antes estaba donde empezó el Odelot que ahora vuelve a ser el Odelot… total que no entendimos a Iñaki y él no nos entendió a nosotros, y yo se lo dije y me dijo “pues si no me entienden que se vayan a tomalpolculo, ostia”, pero el que se fue a ese lugar tan incómodo para salva sea la parte fue él, o quizá mejor se fue a su pueblo de donde digo yo que no tuvo más remedio que salir.



Pues yo les deseo mucha suerte y además Toledo necesita novedades y emprendedores como estos. Aquí se ve la  mano de Ventura que quizá sea lo que salve el concepto, pero ojo porque este viene acompañado de otros. Ya veremos, pero tengo mis dudas. Yo por lo pronto he ido, nos  hemos comido una de navajas a 13 euros (12 unidades), un vino muy rácano a 1.50 de una promoción de Tomelloso y dos de Rioja de otra promoción a 2 pavos, también rácanos; se nos enfrió (calentó) el condumio buscando sitio y compartimos la mesa muy amablemente con las copas de los anteriores, sentados a una mesa alta sobre el brocal del pozo del aljibe, ¡precioso! Y nos limpiamos el morro con la manga.






martes, 8 de abril de 2014

Toledo: la verdadera historia de La Puerta del Vado


La historia de esta puerta islámica del siglo XI, realmente comienza en el siglo IX, porque las tremendas piedras de la Puerta Vieja de Bisagra, también islámica, iban dirigidas realmente a la Puerta del Vado, que hacía mucha más falta, ya que por ella debían entrar las personas que procedían de La Mancha y que aprovechaban que el río Tajo se ensanchaba mucho por ahí por motivo de su lecho rocoso y la emersión de la famosa Isla de San Balandrán o de Antolínez que dividía el río en dos, lo que permitía su paso a pié.
Lo que sucedió fue que las piedras destinadas a esta puerta, que sacaban del Circo Romano, cerca de la Vega Baja, sobre todo las de la espina central, nunca encontrada, pues pesaban mucho y en cuanto el capataz se dormía la siesta las dejaban abandonadas allí mismo a la voz de "jamal al da bar el petrus al bib" (que le den pol culo a la piedra y a la puta puerta) y sólo les había dado tiempo a llegar donde está ahora la puerta de Bisagra vieja y ya se echaban la siesta los porteadores y por no subir toda la cuesta y tal, pues se iban a por otra piedra. De modo que se fueron ahí amontonando hasta que un día un puto chivato que no quisieron los demás pasarle la grifa, fue y le dijo al capataz:
- Oche, que las piedras las están dejando esos maricones en ahí mismo.
-¿Comooor?
-Como te lo digo.
Total, que el capataz fue lloriqueando al maestro de obras y éste que iba a montar en cólera, se la tuvo que tragar porque el Capataz le dijo: 
-Mira métele una bola al Emir y cuéntale algo porque sino le digo que te estás tirando a su mujer.
De modo que de muy mala gana le dijo al Emir que no convenía hacer una puerta allí, que el río estaba muy cerca y se podía inundar, que a los manchegos les dieran por el culo y que las razones defensivas que éste le decía no eran válidas porque cuando atacaban por allí los del Califato de Córdoba, lo primero que hacían eran devastar las siembras y ponerse ciegos de tomates y lechugas, luego se echaban la siesta y al vadear el río se les cortaba la digestión. Por lo que no era necesario hacer una puerta defensiva, así que rompieron la muralla y le hicieron un chozo al guardia para lo del pago del fielato.
Así es como se decidió la construcción de la soberbia Puerta de Bisagra o de bib al agra o puerta del campo, que es la que más me gusta a mi y que está comenzada a hacerse con las piedras que recubren lo que queda del circo romano. Magnífica.
¡Dos siglos tardaron los manchegos en ser atendidos! y allá por el siglo XI se pusieron manos a la obra y terminaron la Puerta del Vado ya cerquita del siglo XII, pero ya no de piedra maciza, sino de mamposteria encintada, y lo que sí se utilizó fue el mismo plano del siglo IX, porque un día el arquitecto que le gustaba jugar al mus, se encontró que un encargado de obras que se había quedado sin dinero en la partida, le puso encima de la mesa un plano que resultó ser el original de la obra del siglo IX y como aquel no hacía más que jugar y darle al frasco y no tenía plano y ya le apuraban, dijo :
-Coño, salvado me has.
Y le perdonó todas las deuda, que no eran pocas.
Y si os fijáis, las puertas se parecen bastante, sobre todo en la parte superior porque se crearon sobre el mismo plano, aunque la de Alfonso VI remodelada en la misma época que la del Vado.
Resultó que el maestro de obras tenía razón, pues la puerta se inundaba y los enemigos se ahogaban por el corte de digestión. Hubo de hacerse hasta tres suelos uno encima del otro para paliar la entrada del agua y no se consiguió, y encima los arcos se quedaron chicos para los carros y el carretero se bajaba y si no cabía, daba unos martillazos al arco y ¡hala!. Además, como no se usaba, los alfareros asomaban con la espuerta de deshechos hasta la misma puerta y lo tiraban, liándose una montonera de restos que taponó la puerta y finalmente se enterró para solventar el problema del agua del río y quedó a la vista sólo el torreón.
De modo que el roto de la muralla siguió funcionando per secula seculorum, hicieron una puertecita en el lateral del torreón para el guardia y hasta 2002 que anduvieron jeringando en la muralla y fue recuperada para tu regocijo si pillas un día que se enseñe.
Por cierto, a la de Alfonso VI le pasó algo parecido, al construirse la Puerta de Bisagra, la de hoy, se dejó de usar, se llenó de escombros y se terminó tapiando usándose sólo como muralla. 



Puerta del Vado
Roto de la muralla y torreón de la puerta (y la puertita del guardia)





Puerta de Alfonso VI o vieja de Bisagra.
Con sus enormes piedras del Circo Romano y el torreón posterior contemporáneo de la otra puerta.





domingo, 9 de marzo de 2014

¿Qué ver en Toledo?, ¡¡¡el Circo Romano, coño!!!

Parece mentira que todo el mundo visite Toledo, pero a nadie se le ocurra visitar su Circo Romano, que no es un anfiteatro, es decir un coliseo, sino como el de las carreras de cuadrigas en la película Ben-Hur. Todos al Alcázar y a pasear hasta la Catedral y los más atrevidos se dan una vuelta por la judería y ven la Casa del Greco y la Sinagoga del Tránsito, la de Santa Mª La Blanca e incluso la Mezquita del Cristo de la Luz (curiosos nombres cristianos), pero a nadie se le ocurre visitar el circo Romano, una ruina arqueológica del máximo nivel e importancia.
Muchos hemos visitado restos arqueológicos de menor importancia como puede ser el circo romano de Mérida y nos hemos maravillado, pero si recordáis no es más que una explanada alargada con un túmulo de tierra donde tenemos que imaginarnos el circo. El de Toledo son restos de hasta tres metros de altura y ruinas continuadas durante más de trescientos metros. ¡No puedo entender que os pase desapercibido! 
El circo data del siglo I, durante el gobierno de Augusto y tiene una longitud de 422 metros, partido por la Avenida de Carlos III, que nos lleva a lo que era la Fábrica de Armas y hoy es el Campus Universitario. La parte más importante se encuentra en la margen derecha de esta calle. También podemos iniciar el recorrido frente al los números 4-6 de la Avenida de la Reconquista, donde encontramos el tramo redondo del extremo norte y los restos más interesantes. Estos restos son el relleno de lo que fue el Circo, que era de granito y seguramente de mármol
Resultó que durante la invasión árabe y  la Edad Media se utilizaron las grandes piedras de granito para construir la ciudad y sobre todo la muralla árabe y cristiana, no tenéis más que fijaros en los grandes sillares de las murallas y de la extraordinaria Puerta de Alfonso VI o antigua de Bisagra, por cierto, tras la cual, en su patio de armas, se encuentra una bonita escultura de Chillida. Posteriormente se reutilizó esta instalación para albergar el cementerio tanto árabe como cristiano, a la vez que sirvió para refugio de miserables, rufianes, pordioseros, perseguidos, piratas, bucaneros, filibusteros, corsarios, gentuza, enfermos, ladrones, tahúres, chulos, proxenetas, pisaverdes, burladores, engañifos y en fin, todo tipo de gentes de mal vivir, hasta que al Cardenal Lorenzana (el que creó la Universidad) se le hincharon las narices y ordenó que enterraran el circo, lo cual fue una decisión que permitió la conservación del mismo hasta nuestros días en unas condiciones más que aceptables.

Arco del Triunfo, por donde entrarían las cuadrigas vencedoras.
Es una pena, porque ha quedado fuera del Parque Arqueológico y está en abandono, rodeado de coches, hierbas y basuras.

Una recta lateral de unos doscientos metros de largo. Aquí no queda ninguna bóveda de graderío, pues se hallan todas derrumbadas. Esas especies como de pirámides son los accesos a las gradas y lo que hay delante son las mismas caídas.


Tumbas.


Detalle de la recta desde arriba, con las bóvedas caídas y el lugar donde se asentaban las columnas y los soportes de la construcción de piedra.


Acceso.


Accesos. Detalle en la base de que los romanos dominaban el encofrado.


Más accesos con algunos escalones.


Esto es una especie de depósito.


Parte redonda del extremo norte. La zona mejor conservada. Se ve la intervención arqueológica de sostenimiento de la estructura y las bases de la construcción pétrea.


Tumbas.


Detalle de la base de la construcción de piedra.


Acceso norte en el centro de la parte redonda del extremo.


Bóveda y tumbas.


Chimenea realizada en la bóveda por los habitantes durante la Edad Media. Cada una de estas bóvedas era una chabola.


Verdaderamente espectacular.


Tumbas vistas a través de la bóveda.


Estos ladrillos formaban un arco que yo he llegado a ver entero. Es la bóveda más baja del circo, mide como un metro o algo más. Podría ser una sepultura o un horno.


Plano.

Espero que en vuestra próxima visita no dejéis de ver el Circo Romano.