miércoles, 15 de octubre de 2014

RESTAURANTE CASA JOSÉ, ARANJUEZ

Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza probar uno de esos restaurantes que proponen una cocina moderna con platos minimalistas, cocina fusión, de investigación o como lo quieras llamar y en mi entorno siempre estaba este restaurante de Aranjuez, Casa José, Abastos 32. 
A la cabeza de los fogones se encuentra el maestro Fernando del Cerro, que ha conseguido para el restaurante una estrella de la Guía Michelín y no sólo conseguirla, sino mantenerla durante años, desde 1991 hasta hoy, quien hace una oferta gastronómica con productos de temporada y con el protagonismo claro de las verduras y hortalizas de la vega de Aranjuez.


Da gusto ir al restaurante porque todo funciona a la perfección desde el primer momento. Una vez hecha la reserva, te presentas en el local y te recibe el omnipresente Metre y Sumiller Armando, que está en todas partes atento a todo y que te dirige sin más preámbulos a la sala y te acomoda en tu mesa. Este Armando es todo un personaje, saluda a uno, besa a otra, pasa la mano por el lomo al de más allá y hace que te sientas confiado.
La sala tiene seis mesas redondas como para cinco comensales y hay otra como para unos doce, vamos que siendo trece podía haberse  celebrado la Última Cena y todo. La mesa perfectamente vestida con manteles hasta el suelo, muletón, cubremanteles y de todo; la porcelana de primera, así como una excelente cubertería siempre igual excepto los de presentación que son monísimos, ganas dan de metértelos en el bolsillo de la americana. La cristalería lo mismo.
El personal se compone del ya dicho Armando, el Jefe de Sala que es un crac que te explica el menú y hace su función a la perfección, el ayudante algo torpe, un larguirucho deslabazado y la comin o aprendiz que está en lo suyo, aprendiendo y atenta, sin dar muestras de dudas ni de saber de más.
Y comienza el espectáculo, porque desde el mismo momento que te sientas ya no paras. El Metre nos tomó la comanda que era o menú degustación de verduras de temporada, (hace poco tiempo quitaron el menú degustación clásico por eso, por la temporada), o carta con unos precios astronómicos. De modo que elegimos dos menús degustación y al tercer comensal, que no quería pagar un pastón por unos platos que quizá no le iban a gustar por aquello de las verduras, le ofreció hacerle un menú especial, "ya verás, te va a gustar".
El asunto del menú degustación es que te presentan un  plato con un nombre muy largo y un contenido muy corto, vamos dos bocados. Te cuentan la elaboración y la cosa es sobre todo la confección y el acompañamiento, de modo que más vale que lo mezcles bien. Al primer bocado te quedas igual, porque no tiene nada de grasa que potencie los sabores y que te sacie y al segundo bocado te imaginas que aquello sabe a esto o lo otro. Luego vienen las proteínas con su poquito de grasa, la carne que nos presentó el camarero con una bandeja con un montón de cenizas de sarmiento dentro de lo cual estaba el lomito de buey y que fueron cinco lonchitas y unas pinzas sanitarias para pillarlo (horroroso lo de las pinzas);  y el pescado y cuando parece que aquello se anima, se acabó. ¡Pero vamos, que son quince platos! Todo ello regado con tinto crianza de la Ribera del Duero, correcto.
Quien de verdad triunfó fue el tercer comensal, le pusieron sopa de tomate con helado de queso, langostinos (cinco) en tempura con setas, foie con boletus, salmón (cinco lonchitas) marinado al nosequé y un solomillo con una salsa española y verduritas ¡espectacular!
Convidaron a gintonic, mucho hielo, poco gin y tonic con una peladura de limón. Muy bueno. Y la factura, sin sorpresas, lo cual me encanta: 68 los menús, 45 el menú alternativo y 17 el vino, más 10 % del puto IVA de los cojones que me cago en todos sus muertos. Pero eso ya lo sabías. No hay cosas raras como cubierto, pan, servicio, descorche o su puta calavera.
Ahora la cosa es si te interesa o prefieres un solomillo a 24 euros o un corderazo al mismo precio. Que os aproveche.

3 comentarios:

  1. Es la segunda vez que meto el comentario...el anterior se esfumó.
    Decía, que cuando vine a Aranjuez hará unos 15 años, fuimos a ese restaurante. Los recuerdos que tengo es que la comida estaba rica y muy bien presentada pero...menos mal que no teníamos mucha hambre (estábamos de resaca) porque lo que es comer, comer....no comimos mucho.
    Buena reseña gastronómica!

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  2. Si, los comentarios a veces se esfuman, en mi blog y en el tuyo y por causas ajenas o propias que creemos que son ajenas. ¡Ajena! ¡qué palabro, brrr, qué mal suena!
    Quince años ya, en fin, Yo comer sí comí, pero me entró hambre enseguida y me zampé un montado de panceta en Alcalá.
    Aprovecho para comentar que mi señora se indignó cuando leyó que todo fue a la perfección, porque fue al baño y se le apagó la luz y lo que sea lo hubo de hacer a oscuras y vio el baño de tíos de par en par con el inquilino a lo suyo. Lo cual la desagradó (¿se dice la?) Pero eso y la gastronomía son cosas distintas.
    Abrazos Cortés.

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