viernes, 25 de mayo de 2012

EL COLE, EL FRENTE DE JUVENTUDES Y LA TRANSICIÓN (2)


EL FRENTE DE JUVENTUDES

Pues el colegio nacional ese, estaba muy relacionado con lo que mis padres, sobre todo mi madre, llamaban el Frente de Juventudes y que en realidad se dejó de llamar así tiempo ha. Era la OJE, Organización Juvenil Española, y nunca oí que se llamara Frente de Juventudes. Supongo que hoy a  mi me pasa igual, que llamo a ciertas instituciones con el nombre antiguo. El local que ocupaba, una casa palacio en el centro de la ciudad, se llamaba Hogar Juvenil y era un lugar muy bonito, con un techo de cristal de colores, una galería todo alrededor y un escenario donde hacíamos actuaciones y actos.

El primer recuerdo que tengo de la OJE es que mis hermanos mayores (chicos) pertenecían a ella y que fueron a un campamento en Chipiona, Cádiz y mis padres fueron a verlos un día y trajeron una foto con las tiendas de campañas blanquitas y el mástil de las banderas y luego vinieron muy contentos y morenos y yo me moría de envidia y quería ir a eso. Y nunca he ido a un campamento, he ido a excursiones de hasta cuatro días pero nunca a un campamento. Oía que iban a Covaleda o al Piélago, que todavía existe, pero nunca he asistido a un campamento, donde venían contando que se hacían putadas unos a otros, como hacer la petaca a la cama o que les llenaban el saco de dormir de cortapichas, y a mi no me daba ganas de ir y nunca fui.
Estos hermanos, también iban a un colegio, que era la continuación del anterior y se llamaba o lo llamaban La Graduada de San Servando y estaba situado en el mismísimo Castillo de San Servando, un castillo mudéjar del siglo XIII ya reconstruido. Y vestían con el mismo uniforme que en La Diputación que era casi el mismo que el de la OJE, pero como ya eran mayorcitos, llevaban una americana con un escudo y una corbata roja y parecían hombrecitos muy serios. Y a este colegio se iba en autobús, uno que  decían la Genoveva y era blanco, con morro y diariamente tenía que afrontar la dura subida al Castillo, que se las traía.

Mi ingreso en la OJE fue en dos tiempos. Un buen día, algunos de los chavales del patio de mi bloque (los amigos no eran del colegio como muchas veces pasa, sino del bloque, ni si quiera del barrio, esos eran más bien enemigos que luego fueron amigos), cogimos un calentón y decidimos que al día siguiente sin ir más lejos, nos íbamos a apuntar a la OJE. Y a la mañana siguiente, de los que lo dijimos aparecimos dos hermanos por un lado y dos de mis hermanos y yo, total cinco. Nos apuntamos y quellos dos hermanos dieron por finalizado sus actividades en el mismo acto de apuntarse y nosotros llegamos a durar quizá una temporada. Hablo de cuando tenía 5 años.
El recuerdo del momento de comprar el uniforme es de una emoción indescriptible. Te daban una camisa ¡con hombreras azul marino!, ¡con el escudo del león rampante y la cruz potenzada!, los zapatos con un cosido tipo mocasín en color crudo y suela de tacos, el cinturón, que casi te daba dos vueltas, calcetines que de puro grueso se mantenían sin caerse ¡y la boina! Podías ir medio uniformado, pero lo que hacía el uniforme era la boina, azul marino, con el escudo del león y el lema “vale quien sirve” y que debía inclinarse a la derecha, al lado contrario que los militares. ¡Qué cosa la boina!
Durante ese tiempo lo único que hice fue ir por allí un poco a hacer gimnasia. Pero escuchaba las aventuras del mayor de mis otros dos hermanos. Contaban que hicieron una tirolina y me imaginaba que bajaban por lo menos de una altura como de la torre de la Catedral; que estuvieron en Cobisa, a 7 km de la ciudad y a mi me parecía el infinito; y que vieron una bicha en un arroyo, y pensé que yo nunca tendría esa suerte. Si tenía que suceder alguna vez, le sucedió a ellos y nunca más volvería a suceder tamaño fenómeno. Cosa curiosa que ha presidido mi vida, si alguien por ejemplo me contaba, “…y cruzamos un río”, yo lo entendía como ¡¡¡“…y cruzamos un río”!!! Y me imaginaba que por lo menos cruzaron el Amazonas  rodeados de cocodrilos, bajo intenso fuego enemigo. Sin embargo, si el río lo crucé yo, simplemente es “…y cruzamos el río”. Pero si alguien cruzó el río conmigo y cuenta ¡¡¡"…y cruzamos el río”!!! no siento más emoción que la que sentí cuando cruzamos el río y me parece que está contando una trola y siento vergüenza ajena y suelo decirle que ese río no lo crucé yo con él, que sería otro río y otro día. Así me va en la vida, aceptando las recomendaciones de los demás sobre viajes, restaurantes, espectáculos. ¡Y me he tragado unos bodrios!, y sobre restaurantes, literalmente. Lo que sucede es que soy muy exigente con mis emociones y no tanto con las de los demás. Cuando algo que he hecho me ha emocionado, casi me lo guardo para mí, porque no se expresarlo y porque siempre me parece insuficiente. Creo que me merezco más. Pero no he aprendido.

La segunda parte de mi ingreso en OJE fue más productivo, más intenso e interesante. Todo surgió a partir de unos amigos del barrio que iban a un colegio que entendía yo que era La Anormal, hasta que un día fui por allí y vi el letrero: Escuela Normal. Estos amigos tenían unos compañeros que se apuntaron en OJE y así comenzó mi reingreso. Pero cuando fui a darme de alta me dijeron que debía 5 años de cuotas y que tenía que pagarlas, pero no hice caso, y un día me llevaron al Delegado, un tal Jacinto, un señor que a mi me parecía un señor mayor y me dijo que me perdonaba los cinco años de cuotas, pero que teníamos que pagar desde que nos reincorporamos, unos cuatro meses y los cuatro o cinco que fuimos dijimos que sí, con la intención de no volver y volvimos, pero nunca a pagar.
Era curioso, pero en el Hogar Juvenil no había tratamientos de dones y doñas, y este Jacinto tenía aspecto de funcionario, siempre con un traje gris y corbata, con una gran calva y muy coloradote y seco. Era el de “las tres voces” y era muy respetado y siempre que había un acto o nos recibía después de una “marcha” (excursión), nos echaba una arenga que siempre incluía “…y ahora cuando lleguéis a casa lavaros los pies con agua y sal”, “…y tenéis que traer al Hogar Juvenil a vuestros amigos, familiares, compañeros de clase” y se golpeaba la palma de la  mano izquierda con el canto de la derecha “…y las cuotas, tenéis que pagar las cuotas” y se ponía muy colorado, a punto de estallar.
El caso es que lo pasé bien, solíamos ir los viernes y los sábados, no costaba dinero, hacíamos bailes y actuaciones, había mesas de ping pong, gimnasio donde jugábamos al baloncesto con unas canastas atadas a las espalderas, reuniones de Centuria, de Sección y de Escuadra. Yo era el jefe de mi escuadra, la escuadra don Pelayo, pero llegó a ser tan grande, que absorbió a las otras escuadras y quedó sólo una. Recuerdo la escuadra Felipe II, cuyo jefe era el hoy letrado Fernando V T. Otros que estaban por allí fueron quienes son hoy el letrado Armando, su hermano Germán, el publicista Mariscal (ese no), el Cabo Jose Manuel, el teniente Maxi, Felipe, Ramiro… que eran los más cercanos.
Recuerdo dos Centurias, La Onésimo Redondo que era a la que yo pertenecía, de arqueros, y la Sanz Navarro, de flehas (como alevines). Y ésta centuria tenía una leyenda, la del nombre mismo. Se decía que era el de un chico de OJE que se electrocutó haciéndo espeleología, al inspeccionar una cueva con una luz conectada a un cable, que el cable entró en contacto con el agua y... Pero resulta que éste Sanz Navarro era hermano de unos amigos, hijos de una de aquellas familias numerosísimas, "los Matías", Lalo, Terre, Jule, Adolfo, Mercedes... y que tenía de "apellido" el nombre de pila de uno de los hermanos mayores o del mayor, Matías y así eran llamados Lalo Matías, Terre Matías, etc. Y cuando íba con mi familia al cementerio el día de los Santos, nos acercábamos a ver la tumba de este chico, Potoño se llamaba ( a mi me parecía , que si había muerto debía ser un señor) donde ponía el Epitafio: "Pronto estaremos juntos", lo que a mi me parecía muy hermoso, pero a otros les parecía macabro.
Veníamos padeciendo comentarios despectivos de otros chicos que no pertenecían a OJE y así decían que OJE significaba organización de jilipollas extraviados (será por aquello de las marchas); o que la OJE era “un montón de niños vestidos de gilipollas, detrás de un gilipollas vestido de niño”. También nosotros, que ya éramos mayorcitos íbamos metiendo “morcillas” en las canciones: la más conocida era aquella de “si madrugan los arqueros, desayunan los primeros” o en la canción que decía “cubre tu pecho de azul, español, que hay un hueco en mi escuadra…”, pues decíamos “cubre tu cuerpo de ropa interior, que hace un frío que pela, con cinco rotos en el pantalón ¡Llámame lo que sea!, ¡Te llamaré sinvergüenza y ladrón y todo lo que quieras y marcharé junto a ti en formación hacia el cuartelillo!”.
¡Y qué olores! El olor del día de la víspera de hacer una marcha era peculiar, a cuartel, a moho, a grasa y salía del almacén donde repartían el material, las mochilas, las tiendas de campaña, las sartenes, las cuerdas… Ese día no dormías, ¡Te levantabas de noche! y comprabas el pan caliente en la tahona del barrio. ¡Qué emoción!
En las marchas, hacías instrucción. Izquierda, izquierda, izquierda derecha izquierda, ¡paaasoo! y nosotros a la vez ¡¡¡pom!!! Hacíamos actividades al aire libre, tirolinas, pasarelas, guerrillas, pasábamos revista, formación de proeles, acampador, sanitario, rastreador…
Y la boina, daba para mucho la boina. Servía para todo, como cubre almohada, para trasnportar arena… y para dar disgustos y aprender, como cuando un amigo me dijo que no tenía boina y yo le dejé una de mis hermanos y cuando terminó le pregunté por la boina y con un lacónico “no sé” zanjó el tema; cuando un día me chuleé de no haberme sido capada la boina (esto es cortar las cintas) y me duró media hora y no fui capaz de cazar al enano cabrón que me la capó porque le perseguí mientras tuve razón de él; y otro día, sabiendo que un chico del barrio muy envidioso me iba a quitar la boina, le pillé en el intento y le eché una zancadilla mientras huía, que se dejó la piel en el suelo y se puso a llorar delante de todo el mundo, con los mocos llenos de tierra, y se que no lo ha olvidado y me ha querido perjudicar alguna vez, haciéndose mi amigo y hoy, 40 años después, no me fío, aunque ya no lo veo.
Mirad, disfruté muchísimo y se me ensanchaba el espíritu de emoción y hubiera dado la vida por la patria.

Esta etapa terminó con la muerte de Franco. Ya teníamos 14 años y debíamos pasar a ser Cadetes y vestir al modo falangista, con camisa azul y boina roja. Pero si no pedíamos dinero para las cuotas ¿Cómo lo íbamos a pedir para comprar un uniforme? Pero todo se precipitó con la muerte de Franco, había que ir a su funeral. Estábamos a punto de tener la edad y nos dijeron que sí podíamos ir, pero con el uniforme de cadete. De modo que uno tuvo una idea prodigiosa ¡lo robamos! E ideó un golpe en una tienda del barrio. Quedamos con el chico de la tienda, que simplemente nos dijo que a las tres de la tarde la puerta estaba abierta tras el cierre metálico. Por cierto que éste chico terminó delincuente, en la cárcel y haciendo una fuga espectacular del Juzgado y a tiro limpio. Entre los dos subimos el cierre y efectivamente, la puerta estaba abierta. Entró él y tras unos minutos que me parecieron horas dijo “abre ya” y coño, yo sólo no podía subir el cierre y empezaba a llenarse la parada del bus de gente, y se acercaba la hora de apertura de la tienda. Mira por donde aparecieron dos amigos de mi hermano y les conté y ayudaron a subir el cierre y sacar a aquella pelotilla que salió rodando y cagándose en toda la corte celestial. ¡Qué reflejos tuvo el tío! Les soltó 20 duros a cada uno para hacerles cómplices y callarles la boca y lo más importante, no se cebó con el dinero y sólo sacó algo menos de 2000 pesetas, que dio justo para que no se dieran cuenta en la tienda y para pagar el dichoso uniforme, que me venía grande como la piel a un rinoceronte. Por cierto, que esa misma noche me vino mi hermano diciendo que habíamos robado en la tienda.
Al final, mi amigo no vino al funeral de Franco. Hoy creo que asistí a un momento histórico. No fue muy emocionante, formados allí en la explanada del Valle de los Caídos. Pasó el féretro sobre un pequeño camión del ejército en medio de un gran silencio. Rota la formación, apelotonados y brazo en alto. Justo en el momento de entrar en la Basílica oí unos ¡Franco, Franco, Franco! lejanos. Luego el tedio del acto y la vuelta a casa. Ahí empezó algo que no sabía, La Transición.

9 comentarios:

  1. No se si habras notado un pequeño incremento en las visitas a esta entrada, si es asi creo que es culpa mia. De rebote me tropece con ella (ya sabes las carambolas de internet)y me tome la libertad de comentarla en uno de los grupos OJE, espero que no te moleste. Debo decirte que me parece una forma desenfadada y amena de relatar tu paso por OJE. Un saludo y VQS.

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  2. Recuerdas el nombre del conductor de la Genoveva???
    Gracias y me ha encantado el relato.
    Cris

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  3. Pues eso, el Señor Corrales. A este señor le vi varias veces cuando llevaba material a "las marchas" que hacíamos en OJE cuando hacían comida para todos como paella y además la hacía él mismo. Llevaba una DKV, Tenía todo el pelo y muy blanco y hablaba poco. Le vi varias veces por el 1er bloque de la Reconquista y era familiar de Justo de la"tienda nueva" en la esquina de abajo del 2º bloque. Por cierto que son los que salen en las fotos del blog "Toledo olvidado" con un carrito vendiendo verduras, luego con un carro con un burrito y luego con una camioneta, antes de meterse en el local. El hijo se llama Justi y algunas veces lo veo por ahí.

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    1. No, no era una DKV, era una furgoneta marca mercedes...La Merceditas

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  4. Lo que hace y sirve internet.
    No se muy bien porqué pero me ha venido una "morriña" y rememorar mis tiempos en los que estuve en la OJE, allá por el año 73, y he visto tu artículo cocolis. De hecho, según estoy escribiendo estoy escuchando aquellos himnos que cantábamos en los campamentos y marchas.
    Que tiempos, tu !!!
    Hoy, con casi ya 60 años, recuerdo aquellos viejos tiempos en los que estuve en la Banda Provincial de Madrrid en la Institución Sindical Virgen de la Paloma, en el círculo "Tambor del Bruch", que me permitió formar dos bandas de cornetas y tambores.
    La OJE me enseño mucho, pero sobre todo valores, aunque estuviéramos algo politizados por el régimen; pero cabe preguntar ¿no se está ahora por los políticos actuales y sus adoctrinamiento en las universidades y otros lugares? ¡¡ hipócritas !!
    Se me quedo muy grabado nuestro lema y fuente de esos valores; permitidme que lo grite ¡¡ VALE QUIEN SIRVE !! porque servir ..... ES UN HONOR

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  5. Lo que no se debe es extrapolar los tiempos que vivimos. ¡Qué felices fuimos! y qué felices seguimos siendo por los valores que atesoramos para siempre.
    ¡VALE QUIEN SIRVE!

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  6. Hola Tengo entendido que Felipe Gonzalez fue jefe de centuria en la Onesimo Redondo ¿ alguien sabe el año Aprox ?

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  7. Hola Coco, solo paso a comentarte que has creado un personaje que existe en la vida real y soy yo. Creaste mi nombre. Saludos!

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