martes, 3 de diciembre de 2013

RESTAURANTE EL PALIO (OCAÑA)

Ya sabéis, se acerca la navidad y comienzan las comidas de compañeros. Este año me he empeñado en arrastrar a todos ellos a un restaurante del que tenía algunas referencias y ha cubierto de sobra todas las expectativas. Menú 30 euros. ¿qué podíamos esperar? Os recuerdo, que he comido en Madrid, Toledo, Añover y Aranjuez, por bastante más dinero y hace tanto tiempo como 15 años.


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Se encuentra el local en Ocaña (Toledo), Calle Mayor 12, entre la magnífica Plaza y el Palacio de los Cárdenas, hoy sede de los Juzgados. Es un local bonito, algo recargado de decoración y un pelín repolludo, con estanterías llenas de cacharritos y miniaturas referentes a la cocina y la restauración.
 Me gusta ir por la barra del bar de algunos restaurantes de interés, para ver cómo atienden y qué se puede esperar para exploraciones más serias y sobre todo más arriesgadas económicamente. Pero no en este caso, porque no tiene bar o cafetería. De modo que las referencias me avalaban para apostar y poder ser apedreado por los amigos a los que lié para ir al lugar.
Es bonita la entrada, bien iluminada y recargada en la decoración, con un detalle esencial, los aseos se encuentran allí mismo, ¿qué tiene que ver? me diréis pues mucho, porque es de lo más normal encontrárselos en el mismo piso del comedor, y al que le toca la mesa más cercana, pues...
El comedor está en la planta superior, pero veo que hay ascensor ¡detallazo!. Es amplio, espacioso, bien iluminado y con unas meses vestidas al máximo nivel, con muletón y manteles de hilo que llegan casi hasta el suelo. Hay una mesa junto a la entrada, que sería bastante molesta para el comensal, pero tanto al llegar como al salir se encontraba vacía. La cubertería es de calidad, la vajilla buena, la cristalería de cristal fino y sonoro, las servilletas delicadas. Los vasos modernos, de cristal grueso y el agua la servían en un botellón rojo repujado. Parecía una botella antigua, en realidad no se. Las mesas tenían el espacio suficiente como para que los camareros y el Jefe de Sala evolucionaran con espacio para poder servir y desbarasar las mesas sin esfuerzos y sin molestar al comensal.
El servicio comenzó sirviendo unos cestos de diferentes panes,  vinos y agua. El que pedía blanco (Verdejo de Rueda) le dejaban la otra copa y el que pedía tinto (joven de La Mancha) le retiraban la de blanco. Luego iban sirviendo cadenciosamente sin tener que pedirlo. Los vinos estaban correctos, más que de acuerdo con el menú.
El Maitre tomó la comanda en orden, comenzando por quién se sentó en la cabecera de la mesa y continuando en sentido contrario a las agujas del reloj.
Los entrantes fueron, croquetas que estaban buenas aunque algo flojas de sabor. Las croquetas son un plato de sobras y a mi, tan finas y delicadas, con un pan rayado tan fino, pues en fin; queso de Romero muy bueno; y alcachofas fritas y caramelizadas,  que vienen partidas por la mitad con rabo y todo, sabrosísimas y tiernas como no se puede más. Esto gustó especialmente.
Platito de ensalada de lomo de orza. Aquí hubo un pequeño fallo, porque habían anunciado ensalada de pularda y se agotó y se sustituyó por este plato que venía con una salsita de tomate cominero. Estaba bien conseguido, pero no es lo mismo lomo de orza que pularda o perdiz o picantón. Un restaurante de calidad como creo que es este, debe poder dar lo que dicen.
Lasaña de setas, exquisita, aunque más que lasaña era como un crep o tortilla de nata gratinada rellena de muchas setas. Gran éxito. Tenía un sabor potente.
El plato principal fue a elegir entre bacalao frito y horneado, acompañado con un picadillo de verduritas, muy rico y con un tacto muy elegante al paladar, o secreto ibérico a la plancha: no preguntaron el punto de hechura pero vino perfecto al punto con una sal de cristal que lo dejaba muy sabroso, acompañado de un risoto muy bueno, cremoso, delicioso.
De postre tarta de tiramisú, no muy dulce y delicada de sabor.
Salvo el tema de la ensalada, todo perfecto, los platos vinieron a la vez, sin esperas, salvo que un comensal repitió de bacalao y lógicamente esperamos todos un buen rato pues supusimos que ¡lo estarían haciendo!
Convidaron a medias copas de cava de calidad. Luego hubo cafés y terminamos con medias copas servidas como en los años 70, los famosos "medios", es decir, las copas venían servidas en unos vasos muy bonitos y un poco cortitos.
Merece la pena ir a El Palio.

2 comentarios:

  1. Sobre todo en buena compañía... Un afectuoso saludo, Anfitrión.

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  2. En buena compañía hasta sin cenar ni nada.

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