MERCADO DE SAN
AGUSTÍN EN TOLEDO
Se ha inaugurado en Toledo un
nuevo espacio para la restauración y el ocio, el llamado Mercado de San
Agustín, que de su nombre tiene el nombre de la plaza donde está situado, plaza
de San Agustín, muy próximo a la centrísima plaza de Zocodover y de mercado
tiene la pretensión de lo que quiere ser y de lo que quiere parecer, que no es
otra propuesta que la de los madrileños mercados de San Miguel y del más
parecido de San Antón en el barrio de Chueca, pues tiene el mismo carácter de
construcción urbana en distintas plantas y con terraza al final, en todo lo
alto.
Este espacio hace una apuesta
arriesgada por su concepto novedoso en las formas, pues aunque puedes elegir un
“puesto” donde hacer tus consumiciones, también puedes elegir distintos lugares
donde comprar y un lugar donde consumir lo adquirido, que es más bien de lo que
se trata, lo que requiere de una estrategia previa, pues puedes comprar unos
mejillones al vapor y quedarte con ellas en la mano hasta encontrar donde
consumirlo. De modo que recomiendo elegir primero qué y dónde y hacer un
despliegue entre todos los amigos, uno busca sitio, otro encuentra donde dejar los restos de las
consumiciones anteriores, otro va a comprar la consumición sólida y otro u otros
van a por las líquidas. Pero ojo, ¿Dónde pillas las servilletas?, porque cuando
te hacen falta no las tienes y entonces vas al lugar más cercano a pedirlas
donde sin embargo no has consumido nada y te da un poco de nosequé.
El edificio que nunca ha sido
mercado, ha sufrido una extraordinaria restauración y ha quedado en distintas
alturas desde el nivel de la calle, con un sótano espléndido con varios
aljibes, en uno de los cuales se ha creado la cueva de “La Quesería” y varias
plantas más que da lugar a un juego de luces y claroscuros muy interesantes,
aunque predominan más estos que aquellos. Hay un precioso jardín vertical al
que deseo suerte de verdad y unos mosaicos en las paredes de las escaleras con
baldosines originales de los pisos antiguos, así como formas con listones de
madera que le da un aspecto modernizante. La pequeña terraza, donde hay un
espacio chil out ¿se escribe así?, nos permite unas nuevas vistas antes no
accesibles para la comunidad.
La cuestión de todo esto es si va
a calar en Toledo un concepto distinto de afrontar la restauración, teniendo
que decidir cuestiones que en los locales tradicionales se te facilita por su
sencillez, -“ponga una de bravas”, “se manterminao oiga”, “pues una de oreja”,
“acaba de terminarse la bombona, van a ser veinte minutos”, “¿pues qué hay que
si haiga?”, “zarajos y gambas”, “pues a mi los zarajos no me gustan”, “pues
entonces las gambas”, “vale, pero al ajillo, que la plancha ya le digo que no
tiene gas”-…
Recuerdo al famoso Iñaki, que
abrió el Gure Ametza, creo que se llamaba, en un lateral de la Av. De Europa y
que luego se fue a lo que era el Restaurante Los Pinos de toda la vida de Dios
y que hoy es el Malpica, que antes estaba donde empezó el Odelot que ahora
vuelve a ser el Odelot… total que no entendimos a Iñaki y él no nos entendió a
nosotros, y yo se lo dije y me dijo “pues si no me entienden que se vayan a
tomalpolculo, ostia”, pero el que se fue a ese lugar tan incómodo para salva
sea la parte fue él, o quizá mejor se fue a su pueblo de donde digo yo que no
tuvo más remedio que salir.
Pues yo les deseo mucha suerte y
además Toledo necesita novedades y emprendedores como estos. Aquí se ve la mano de Ventura que quizá sea lo que salve el
concepto, pero ojo porque este viene acompañado de otros. Ya veremos, pero
tengo mis dudas. Yo por lo pronto he ido, nos
hemos comido una de navajas a 13 euros (12 unidades), un vino muy rácano
a 1.50 de una promoción de Tomelloso y dos de Rioja de otra promoción a 2 pavos,
también rácanos; se nos enfrió (calentó) el condumio buscando sitio y compartimos
la mesa muy amablemente con las copas de los anteriores, sentados a una mesa
alta sobre el brocal del pozo del aljibe, ¡precioso! Y nos limpiamos el morro
con la manga.