domingo, 6 de mayo de 2012

FÚTBOL Y EDUCACIÓN

 
Estamos asistiendo a emocionantes partidos de  fútbol a un nivel al que nunca habíamos llegado, la Selección Española Campeona del Mundo, el Barça Campeón de Europa y nuestros jugadores repartidos por las mejores ligas europeas ayudando a sus equipos a ser alguien en esto del balompédico deporte.
Hemos visto partidos apasionantes, al Barsa en copa de Europa con el Milan, extraordinario; al resucitado Athletic con el Salke 04 de ¡Raúl!; y un gran partido de liga del Atleti con el Real Madrid: partidazo. Por no referir los dos partidos de vuelta de Semifinales del Champions: intensísimos. ¡Qué lucha!
Me emociona ver a todos esos jugadores luchar al máximo, hasta caer exhautos, que sufren luego tremendas lesiones en las que salen del campo llorando a lágrima viva, porque ven que se les va su futuro con ventitantos años, porque hay un jugador de 19 que está esperando su oportunidad o uno de 34 que está dispuesto a decir "aquí estoy todavía, ¿que os creíais?". Qué ejemplo, entrega al máximo, disciplina, inteligencia, esperanza hasta el final.
No es de extrañar que nos guste el fútbol y que nuestro chavales quieran ser futbolistas, pero hay algo que también aprenden y que es que todo vale con tal de conseguir los objetivos. No se si habeis visto el espectáculo de una competición de chavales en la que los padres presionan a los niños para que destaquen, presionan a los entrenadores para que juegue su nene y algún entrenador he visto yo, que no saca a los reservas, es decir a los mantas, a los más malos, ni ganado 30-0 al rival. Pero no es a eso a lo que me refiero.
Me refiero al espíritu del "todo vale" para conseguir los objetivos, de la falta de otros valores, donde el contínuo engaño y simulación es la tónica permanente.
Cuando un balón sale de lateral, los jugadores invariablemente señalan la dirección donde debe sacarse el fuera de banda y da rabia verlo una y otra vez, intentando engañar a los árbitros. Mismamente, cuando sale el balón como decía, si un jugador está cerca, tiene el deber de coger el balón y sacar sin esperar a que el arbitro señale hacia donde, "a ver si cuela". Lo he visto yo en los equipillos de chavales "saca, saca ya" y el chico "es que es fuera mía", y el otro "no importa, saca, saca".
Cuando llega un balón lanzado al área, invariablemente los defensas levantan la mano para indicar al juez de banda que es fuera de juego. Y no voy a cansaros más, vosotros lo sabeis, tiradas a la piscina, buscar contacto, agarrar en los saques de esquina por la cintura al rival antes de que pite el tirilla, pisotones, plantillazos, donde el jugador agresor hace manifiestos aspavientos despectivos al árbitro demostrándole al público que se ha equivocado y luego vemos en sucesivas tomas de televisión, cómo iba a golpear alevosamente al contrario, saltos donde nunca falta el codazo en la nuca, faltas tácticas, manotazos a la remanguillé, pedir tarjeta, simulaciones varias.
Pues no, no vale todo, no es así el mundo y me gustaría ser árbitro por una vez en la vida: a los cinco minutos me quedaba sólo con los dos porteros.

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